ALFARERIA
Ya entre los pueblos cazadores recolectores de hace aproximadamente 2000 años comienzan a aparecer las primeras pruebas de cerámica. Se trata de piezas de forma y manufactura muy elementales con poco tratamiento previo de la materia prima y con una cocción muy pobre.
Como teoría tentativa (Laguens y Bonnin), estos primeros intentos de alfarería pudieron haber excedido el hecho utilitario constituyéndose en un bien de prestigio personal tanto por el mérito de su introducción como por la habilidad de su creación.
Lo que es claro es que hace alrededor de 1500 años, esta tecnología ya estaba incorporada a la vida de los pueblos agroalfareros de forma perfeccionada.
La utilización de los cuencos era muy diversa, desde cántaros empleados como urnas hasta ollas para la cocción del alimento.
En general, se trata de recipientes de asiento plano de formas y tamaños variados, según para qué fueran fabricados y utilizados, algunos lisos y otros decorados con incisiones o con pintura roja o negra. Es notable la cantidad de guardas geométricas que fueron utilizadas para el adorno de estos objetos.
Una de las particularidades de la cerámica de la zona de las Sierras Centrales es que muchas veces se utilizaron cestos como soporte para el modelado dejando la impronta de los mismos sobre la superficie, lo mismo ocurre con las redes, que podrían haber perseguido fines estéticos. Igualmente era utilizado el marlo del maíz dejando huellas sobre la cerámica. En este sentido, la alfarería constituye un documento único por medio del cual se pueden conocer las técnicas de cestería y tejido de redes de los cuales no han llegado restos hasta nuestros días.
En cerámica se realizaron también otros objetos de uso como los torteros para el hilado de la lana y objetos estéticos como las estatuillas que por sus características merecen un análisis aparte.
Las redes eran confeccionadas con fibras naturales, es probable que de caraguatá, una especie de bromelia común en esta zona, la que una vez extraída era hilada y a veces teñida mediante un proceso muy similar al del chaguar. Se tejían ya sea por medio del telar o mediante nudos, como la técnica del macramé.
Las cestas también eran de tamaños y formas variables, se reconoce la técnica de aduja (consiste en ir cosiendo en espiral desde la base, ininterrumpidamente hasta el borde). Pero más comúnmente se utilizó la técnica llamada “falso espiralado” que consiste en armar un esqueleto de trama sobre el que se cose, por dentro o por fuera, el tejido de aduja; las costuras forman dibujos geométricos. Se han encontrado grandes similitudes entre estas cestas y las de los pueblos originarios de Antofagasta de la Sierra, Catamarca, de las que aún se conservan restos debido al clima. La forma de utilización de éstas en la cerámica daría a pensar que algunas fueron fabricadas solamente con este fin.