Don Pancho Luján en los documentos históricos

muerte de Pancho Lujan

Don Pancho Luján fue el primer maestro de Río Ceballos, daba clases a los niños debajo del aguaribay que se encuentra, aún hoy, frente a la Capilla Vieja.

Nos centramos en esta persona porque recientemente hemos realizado una entrevista para nuestro archivo oral al Sr. Hector Luján, bisnieto de Pancho Luján que pronto editaremos.

Siguiendo el artículo anterior, este es un análisis de documentos históricos con el fin de mostrar el uso que se les puede dar y la importancia de que éstos existan y se preserven.

Para realizar cualquier análisis es necesario partir de una pregunta; en  este caso queríamos determinar en qué momento la familia Luján se instala en estas tierras y tratar de llegar a descubrir el porqué.

Primero haremos una breve introducción del método utilizado para este trabajo de investigación. Para estos casos es necesario contar con un dato certero y cuantos más es mejor porque permite no cometer errores en el sentido de confundir personas con el mismo nombre y apellido. Si bien los documentos a analizar son los censos de población, fue necesario previamente hacer un árbol genealógico de Pancho Luján lo que determina las ramas de la familia que pueden aparecer en dichos documentos. Este árbol se crea a partir de partidas de nacimiento, defunción, casamiento y que permiten también, poner fechas que guían nuestro trabajo. También sirvió para tratar de responder la segunda pregunta que nos planteamos, el porqué.

Sabemos entonces que Pancho Luján (Francisco) se casó con Carlota Loza y tuvieron aproximadamente 14 hijos (entre los que está José María Luján, abuelo de Héctor). Los padres de Francisco Luján son José María Luján y Dominga González y sus abuelos paternos, Domingo Luján y Luisa Ponce de León. También sabemos que Pancho tuvo aproximadamente 6 hermanos, y por parte de padre, 2 tíos. Estos datos son aproximados porque a veces no hay registro de algunas personas que sí existieron. Estos nombres y fechas nos permitirán buscarlos en los censos ya que contamos con gran cantidad de nombres.

En el censo de 1862 se encuentran registrados:

Francisco Luján, de 32 años, Casado, Labrador que sabe leer y escribir, Carlota, de 42 años, Casada, Costurera, que sabe leer y escribir, y 10 hijos de entre 18 y 2 años de los cuales los dos mayores son labrador y costurera y saben leer y escribir.

En el censo de 1895 se encuentra el registro de Carlota Loza, viuda y que vive en una casa de azotea de su propiedad con algunos de sus hijos. Los demás se encuentran en diferentes familias, como Bartolina Luján, casada con Antenor Zapata.

Los censos de campaña anteriores a estos son: 1778, 1813, 1822, 1840, 1852 y 1852-1856. Los tres últimos no los hemos revisado aún ya que para responder nuestra pregunta fuimos lo más atrás posible. El de 1778 lo dejaremos a un lado por el momento. Comenzaremos con el de 1822 en donde aparecen los siguientes datos:

José María Luján. 46 años. Casado. Noble.
Francisco de Paula Luján. 6 años. Noble.
Francisco Torres. 15 años. Pardo libre.
Dominga Gonzalez. 34 años. Casada. Noble.
Ma. Del Rosario Gonzalez. 10 años. Noble
Dolores Luján. 2 años. Noble
Encarnación Luján. 17 años. Parda Esclava.

Podemos inferir de estos datos que José María Luján y Dominga González eran esposos (de esto tenemos certeza) pero surgen ciertas dudas con respecto al resto de la familia que se encuentra anotada.  Por lo archivos, sabemos que Francisco Luján (Pancho) nació alrededor de 1815, lo que haría pensar que Francisco de Paula Luján podría ser él, por la edad. Así como también María del Rosario y Dolores, aunque no compartan el apellido, tienen los mismos nombres que los hijos de esta pareja. Francisco Torres y Encarnación Luján podrían ser parte de la servidumbre, sobre todo teniendo en cuenta las características de la segunda.
Vale aclarar que muchas veces las personas podían ser conocidas por nombres que no fueran los de bautismo, que las actas civiles no tuvieran los mismos datos que las religiosas y que los apellidos pudieran ser elegidos entre el paterno, el materno, ambos, e incluso el de algún otro familiar.

El censo de 1813 es por demás confuso, no está ordenado y no es tan fácil determinar los grupos familiares pero hemos constatado que no hay registro de la Familia Luján en ese año en el Departamento Anejos, por lo que tenemos una franja de 9 años que por el momento no nos dice más, quizás fuera posible hacerlo por medio de otros documentos. Podemos asegurar, hasta el momento que el  padre de Pancho Lújan, José María, ya vivía en este lugar en el año 1822, pero en su acta de matrimonio del año 1808 dice que José María es natural del Curato de Calamuchita. Quizás sería provechoso, más adelante, buscar en ese censo.

Sin embargo, el análisis del censo de 1813 arrojó algunos resultados interesantes con el que intentamos responder nuestra segunda pregunta. Para esto fueron muy útiles los datos del árbol genealógico que armamos.
Podemos seguir el rastro de la familia de Carlota Losa sabiendo que es hija de Enrique Losa y de Dominga Torres. Ambas familias se encuentran censadas en el año 1813 en la zona. En San Miguel se encuentran Dominga Torres de 17 años, soltera, hilandera, española y sus padres: Manuel Torres e Inocencia Moyano. En Santa Bárbara: Enrique Losa de 14 años, soltero, labrador, español y sus padres: Frontón Losa y Ana María Caldevilla. Ya en el censo de 1778, aparece Frontón, hijo de Josseph Losa, dueño de la Estancia San Isidro.

Como dato final y para explicar la importancia de contar con datos certeros para que el análisis resulte fiel a la verdad y lo más exacto posible haremos referencia a una experiencia particular que hemos tenido. Para este estudio hemos tenido en cuenta, además de los documentos mencionados, bibliografía que habla sobre Río Ceballos. Un dato no menor lo encontramos en el libro Orígenes de Salsipuedes de Jorge A. Maldonado y que dice que “(Francisco) Luján pertenecía a una familia tradicional del medio cuyos varones desempeñaron importantes cargos en la primera mitad del siglo XIX. Su padre, D. José María Luján y Ponce de León fue asimismo Juez Pedáneo en Anejos Norte y su abuelo, D. Francisco Domingo Luján Pizarro, fue juez para suburbios en 1823”. Partiendo entonces del nombre de su abuelo, tal y como aparece escrito nos perdimos en los vericuetos de árboles genealógicos y documentos que apoyaban la teoría de que eran descendientes directos de españoles llegados con Jerónimo Luis de Cabrera. No descartamos la posibilidad de que esto sea verdad, sin embargo, en un segundo análisis no pudimos comprobarlo mediante los documentos históricos a los que tenemos acceso sin poder ir más allá de que los bisabuelos de Pancho Luján son Alonso Luján y Juana Inés Pizarro (hija de Francisco Pizarro) y que serían datos para un análisis a futuro.

censo 1813

 

Importancia de los documentos antiguos

censo 1869

Cuál es la importancia de los documentos antiguos?

Los documentos antiguos pueden darnos una idea de cómo se vivía en épocas anteriores o brindarnos un panorama de habitantes, familias, tierras, ordenamientos sociales y políticos, entre otras cosas.

También, en el ámbito familiar, pueden ayudarnos a conocer nuestros orígenes o armar un árbol genealógico.

Por la razón que sea, es importante preservarlos y poder acceder a ellos porque forman parte de nuestro patrimonio y nos ayudan a construir nuestra historia.

A modo de ejemplo hemos hecho un análisis de dos documentos históricos: Los Censos Nacionales de los años 1869 y 1895.

Como primer punto es importante saber de qué forma se realizaban estos censos porque da el contexto en el cual el análisis tendría sentido, es decir, los datos que aparecen nos son absolutos, dependen de muchas cosas que caracterizan a este tipo de documentos. En principio podemos decir que son documentos hechos a mano lo que, de por sí, da un margen de error importante. También es relevante que estos censos han sido realizados con parámetros importantes para la época y para cada lugar en particular por lo que es factible que falten algunos datos que hoy serían sustanciales, como el hecho de que no hubiera especificaciones sobre religión o sobre la población indígena en particular.

En cuanto al primer censo de 1869, en esta zona, llamada por ese entonces Río de los Seballos, no están bien claras las divisiones familiares, las cuales se pueden intuir únicamente por los apellidos. Las familias a las que refiere no comprenden solamente a quienes tiene parentesco por sangre, sino a cualquier persona que habitara la misma casa, por lo que en algunos casos una familia estaría comprendida por la cabeza de familia que sería el padre, la madre, los hijos, parientes, sirvientes, obreros, etc. También cabe aclarar que el censo comprendía (como hoy)  cualquier persona que hubiera dormido la noche anterior en la casa, aunque no la habitara de forma regular de forma tal de evitar que una persona fuera censada dos veces.

En el censo de 1869 se tenía en cuenta si padecían bocio o coto, lo que hace evidente la importancia de ese mal particular para la época. Los enfermos comprendían a cualquiera que estuviera en cama, no especificando enfermedades particulares. Estas eran características especiales que debían tenerse en cuenta al momento del censo y que tenía formas de calificar que hoy no están en vigencia como “idiota”, “cretino”, “estúpido”, “demente”, etc.  Los inválidos podían diferenciarse entre “por accidente” o “por guerra” y se anotaba quienes eran sordos, mudos o ciegos, lo que para Río Ceballos no es un dato menor, dada la cantidad de no videntes que se encuentran viviendo en la ciudad; este dato podría ser utilizado para hacer un estudio sobre este tema en nuestra historia.

En el censo de 1895 están bien diferenciadas las familias y qué tipo de vivienda habitaban. También, quienes eran poseedores de propiedad raíz (o que comprendía terreno, campo, casa, concesión de colonias y demás) que generalmente se anotaban a nombre de los tutores o padres vivos de aquellos menores de edad que habían heredado. En ambos censos se diferencia entre las características de las construcciones lo que da una muestra interesante sobre las familias más pudientes, la calidad de vida, el paisaje poblado de ranchos y las casas que aún hoy pueden quedar en pie. Y viendo la densidad poblacional actual, podemos formarnos un panorama de cómo se vería Río Ceballos en aquella época en donde la población apenas superaba los 1500 habitantes, distribuidos en todo su territorio.

También podemos ver las profesiones u oficios que se llevaban a cabo en la zona  lo que nos muestra un panorama económico de la población. Muchos de estos trabajos no eran pagos, lo que significa que el oficio respondía a las necesidades propias de la familia y su subsistencia.

En los dos censos se constata que hay personas que asisten a la escuela lo que quiere decir que existía alguna forma de educación para ellos en la zona. Pero también es notable que muchos pobladores adultos no sabían leer ni escribir, o que algunos, pese a no escribir, sabían leer.

No se encuentran médicos, ni funcionarios públicos lo que responde de alguna manera a que era una zona rural, cualquier necesidad de este tipo debía ser subsanada mediante largas horas de viaje. A excepción de una partera en el primer censo. Así mismo, salvo una excepción, en el segundo censo comienzan a aparecen comerciantes lo que demuestra que hubo un cambio en la composición económica de la sociedad.

Podemos ver también, como dato importante, los apellidos y nombres que conformaban estas familias que habitaban Río Ceballos en esos tiempos, un dato que puede ser utilizado para hacer un análisis en nuestra historia. También nacionalidades, que en este caso son escasos pero no por eso menos interesantes. De esta forma se pueden armar árboles genealógicos de familias y saber, por ejemplo, en qué momento se asentaron por primera vez (o lo más lejos posible en el tiempo) en este lugar.

Primero haremos un análisis de los datos de estos censos, de forma general y aproximada y partiendo, en algunos casos, de características arbitrarias elegidas por nosotros para este fin como ejemplo de la utilidad de lo que se presenta, más adelante nos centraremos en características más específicas como apellidos o poseedores de tierras que pudiéramos constatar.

CENSO NACIONAL DEL AÑO 1862. Pedanía del Río de los Seballos. Departamento: Anejos Norte (Hoy, Colón)

Profesión, oficio, ocupación o medio de vida que se ejercía en la zona, los que contienen números entre paréntesis demuestran la cantidad en contraposición a las demás actividades que eran más numerosas. Escribimos tal cual como estaban en los documentos porque es interesante resaltar la forma en que se escribía en esa época y que eran ejercidos por hombres y mujeres por igual (exceptuando el de partera).
Labrador.
Costurero.
Ilandero. (Hilandero)
Picador de tabaco (1)
Tejedor.
Peón.
Labandero. (Lavandero)
Cosinero. (Cocinero)
Capatas. (Capataz)
Mallordomo. (Mayordomo)
Sirbiente. (Sirviente)
Arriero (1)
Carpintero.
Sapatero. (Zapatero)
Jabonero (1)
Pilquero. (2) (Pirquero)
Bordador.
Biajero (1) (Viajero). En este caso creemos que por su profesión y lugar de nacimiento (Tucumán) no vivía acá sino que el censo lo encontró de paso en este lugar.
Partera (1). Antonia Lusero
Molinero.
Doméstico.
Albañil.
Planchador.
Comerciante (1)

Todos de la Provincia de Córdoba salvo:
La Rioja: 1
Catamarca: 5
Tucumán: 1
Santa Fé: 1
Buenos Aires: 1

Enfermedades:
Sordo – mudo: 2
Con bocio o coto: 5
Ciego: 1
Inválido por guerra: 2 (Leonardo Olmedo y Fernando Luna)
Quizás 2 dementes. No es claro en el documento si se encuentran marcados o no.

Cantidad de familias: 267
Cantidad de individuos: 1518
Menores de 5 años: 82
De los 1436 mayores de 5 años: leen: 75. Escriben: 50
En este caso hemos tomado de manera arbitraria el caso de los niños menores de 5 años, quizás para un mejor estudio sería conveniente tomar los niños menores en edad escolar que ya debieran saber leer o escribir.

Casas:
De azotea de 3 cuerpos: 7
De azotea de 2 cuerpos: 1
De azotea de 1 cuerpo: 2
De paja de 3 cuerpos: 50
De paja de 2 cuerpos: 35
De paja de 1 cuerpo: 196
Las casas de azotea tendrían mayores posibilidades de llegar a nuestra época, en este censo son 10 casas.

 

CENSO NACIONAL DE 1895. Departamento Colón. Río Ceballos. Población Rural.

Primeras personas cesadas: Antenor Zapata y Bartolina Luján.

Profesión, oficio, ocupación o medio de vida:
Comerciante.
Jornalero. Aquél campesino que no tiene tierras y trabaja por jornal o pago del día.
Trenzador. Soguería criolla.
Labrador.
Doméstico.
Estanciero.
Sirviente.
Ortelano. (Hortelano)
Costurero.
Lavandero.
Albañil.
Virutero. ¿? (no se puede leer claramente en el documento)
Medianero. Aparcero que lleva a medias tierras, ganados, etc. ¿?
Agricultor.
Peón.
Mecánico. Guillermo Bonaparte (Norteamericano).
Mucamo.
Cura Párroco. Ambrocio Ramos.
Nacionalidades:
Todos son Argentinos nacidos en Córdoba salvo
Angel Saita. Italiano. Agricultor.
Guillermo Bonaparte. Estados Unidos. Mecánico.
Reimundo Arra. Italiano. Comerciante.
Miguel Ynbarrato. Italiano. Comerciante.
José A. Chantain. Francés. Comerciante.
Antonio Pras. Francés. Comerciante.
Ana Goutourbe. Francesa. Comerciante.
María Pras. Francesa. Comerciante.
Juan Bick. Español. Comerciante.
Dolores Tolosa. Española. Comerciante.

Ciegos: 4
Idiotas: 4 (de los cuales uno asiste a la escuela).
Rengos: 1
Locos: 2
Mudos: 2
Tullidos: 2 (uno por accidente)
Enfermos: 8
Inválidos por guerra: 1

Cantidad de habitantes: 1244
Cantidad de familias: 206
Casas de azotea ocupadas: 12
Casas de azotea desocupadas: 4
Casas de teja ocupadas: 6
Casas de teja desocupadas: 3
Casas de techo de paja, zinc, madera ocupadas: 186
Casas de techo de paja, zinc, madera desocupadas: 40
Las casas de teja también podrían haber llegado a nuestros días, en total de casas que no comprenden ranchos son 25. 15 más que en el censo anterior.

Personas que poseen propiedad raíz: 100
Apellidos de las familias que las poseen: Argüello, Ceballos, Escalante, Benabides, Cordero, Loza, Ulloque, Ayala, Farías, Olarcaga, Oliva, Ferreira, Torres, Escurti, Irusta, Pruneda, Heredia, Alvarez, Moyano, Figeroa, Luna, Quinteros, Gutierres, Marcino? Lascano, Indarte, Moreira, Duarte, Luján, Ramos (cura).

Hemos tomado como punto de análisis estos censos, pero existen censos anteriores con los cuales comparar datos o hacer estudios sobre familias en particular.

Dado que, recientemente, hemos hecho una entrevista para nuestro archivo oral al Sr. Héctor Luján (bisnieto de Pancho Luján, primer maestro de Río Ceballos), trabajaremos sobre esta familia en los documentos antiguos a los que tenemos acceso y que pronto publicaremos.

 

censo 1895

Día Internacional de los Museos.

Es probable que hoy, en muchas ciudades del mundo, se estén realizando actividades en los museos locales para conmemorar el Día Internacional de los Museos. Cómo podemos, entonces, en Río Ceballos celebrar esta fecha si no tenemos un espacio dedicado a Museo?

Quizás la forma fuera recordando, reflexionando y apropiándonos.

Recordando que acá existió el Museo de la Ciudad, un espacio cultural construido con la ayuda de toda la comunidad en donde podían verse piezas de pueblos originarios encontrados en esta zona, objetos de uso doméstico donados o prestados por algunos vecinos, piezas que formaron parte de la sociedad en algún momento, fotografías de paisajes, casas, hoteles y personas que habitaron Río Ceballos. Todo lo que conformaba su colección habla de nuestra historia; para nosotros, los locales, que podemos construir nuestra identidad por medio de ellos; para los turistas, mostrarles cómo fue Río Ceballos y que de alguna manera haya una forma de construcción histórica que nos muestre a todos por igual, por qué y cómo llegamos a ser la ciudad de hoy. Eso son los objetos que se ponen en un museo que no es ni muestrario de elementos diversos ni un depósito de cosas viejas. Al conocer algunos de estos objetos que están inventariados nos sorprendimos, como por ejemplo, una torniqueta para alambrados. Con buen tino, uno de nuestros compañeros de Tica Hen señaló que esa torniqueta, bien contextualizada, nos cuenta una historia de divisiones de tierras, de cambios de “tecnologías” (de la pirca de piedra al alambre), nos invita a conocer nuestra historia.

Recordando, también, que si ese museo existió es porque hubo un grupo de personas que lo llevaron a cabo. Esto tiene una ecuación muy simple: personas + trabajo + tiempo + dinero. Agregaríamos algo más: el museo fue producto de un acto de amor por este lugar, un regalo desinteresado y amoroso para la comunidad. Y esto los convierte en personas dignas de ser recordadas: el Dr. Rodolfo Sarmiento, Adriana Goyeneche, Mirta Moyano, Charlie Vincent y Manuel Morales (del Grupo Río Ceballos) a los que se les sumó Carlos Page. Luego se sumarían Cristina de Oro y Carlos Fachinetti.

Reflexionando sobre la importancia de tener un museo de índole local y de qué forma creemos que debería llevarse a cabo (la comunidad debe ser partícipe de este espacio) pero también, reflexionar sobre cómo es posible que el museo se haya cerrado y que la mayor parte de su colección haya desaparecido, que pasados 18 años se siga hablando de la necesidad de tener un museo y que nunca se lleve a cabo, que en estas casi dos décadas se haya hablado de lo mismo sin preguntarnos, siquiera, en dónde están esos objetos, donde no hubiera investigaciones administrativas o judiciales, denuncias ni devoluciones, donde todos nosotros, como pueblo, dejamos que nuestro patrimonio se disolviera en la duda y el olvido.

Y entonces llegamos a lo de apropiarnos. Porque el museo como espacio, su historia y sus objetos son nuestros, son de cada uno de los habitantes de Río Ceballos. Apropiarnos significa entender que nos pertenecen, sin importar quien los administre, los muestre o los guarde, son el patrimonio que habla de nosotros mismos, nuestra tierra, nuestras familias, nuestra construcción de la identidad. Comprender que podemos exigir sobre esto y hacer preguntas de las que merecemos una respuesta seria y comprometida. Y al apropiarnos de nuestra historia comprenderemos que el trabajo y dedicación de ese grupo de personas con nombre propio no puede ser olvidado.

Creemos que si recordamos, reflexionamos y nos apropiamos entenderemos que hay un espíritu de museo sobrevolando Río Ceballos, que no tiene sede y que su colección está desparramada por todas partes pero que está latente y listo para ser reabierto en cualquier momento, el Museo de la Ciudad, creado e inaugurado por ese grupo de personas, con sus huesos y morteros prehispánicos, con sus molinillos de café y sus torniquetas, con las fotos de nuestra historia, aunque ni personas ni objetos se encuentren el día en que podamos abrir sus puertas nuevamente, el recuerdo de ellos sigue siendo un acto de amor. Los museos no desaparecen.