La conmemoración de este día se debe a que en 1839, Luis Daguerre patentó la fotografía a partir de lo que se llamó, en su honor, daguerrotipo.
Hoy en día, y por medio de los dispositivos que tenemos más al alcance de la mano, es posible hacer fotografías todo el tiempo. Para los más jóvenes, quizás, es imposible imaginar lo que costaba hacer una toma hace no mucho. La fotografía fue uno de los inventos más revolucionarios que provocó todo tipo de reacciones. Se dice que algunas tribus aborígenes se negaban a ser fotografiadas ya que “la cámara roba el alma”. Durante la época victoriana era muy común que se fotografiase a los muertos en posiciones como si estuvieran vivos. Eran tiempos en los que hacer una toma llevaba muchos minutos, tiempo durante el cual las personas debían mantenerse quietas… muy quietas… quietitas… y apoyadas a algo!
Eran tiempos en que la profesión de fotógrafo era muy importante, había lugares especiales para esto y hasta armaban una escenografía para los retratos. Hoy, en que cada día subimos una nueva foto al facebook, no podríamos vivir con la idea de tener una o dos fotos de uno mismo.
Muchos de nosotros aún recordamos lo que significaba que al momento de revelar un rollo aparecieran las fotos de la navidad del 86 junto a las del cumpleaños de fines del 87. Quién no tiene el recuerdo de pararse frente a la vidriera de Renato, con la nariz contra el vidrio, viendo las fotos de cada evento, persona o festividad que hubiera sucedido en Río Ceballos, esperando descubrir alguna cara conocida o la propia.
Un poquito más atrás en nuestra historia hubo fotógrafos que dejaron un legado importantísimo a nivel patrimonial sobre personas o lugares de Río Ceballos. Fotos Alba (de Tonelli), Dominguez que sacó fotos en el Cristo Ñu Porá con las llamas, burritos y ñandúes, la ya mencionada Fotos Vilma (de Renato) y en algunas que, por su mala calidad, no se logra dilucidar el nombre pero que también merecen un reconocimiento. En cada una de estas tomas podemos ver lo que fue el Río Ceballos de antaño, sus entorno natural, sus diferentes etapas, su gente…
Cada una de estas imágenes que pretenden reproducir la “realidad” nos devuelven otra cosa que va más allá de lo que a simple vista podemos ver. Y eso que se nos vuelve es la magia del fotógrafo: vemos el mundo a través de la mirada de cada uno de ellos.
“Lo que vemos no vale –no vive- a nuestros ojos más que por lo que nos mira. Ineluctable, sin embargo, es la escisión que separa en nosotros lo que vemos de lo que nos mira. Por lo tanto, habría que volver a partir de esa paradoja en la que el acto de ver sólo se despliega al abrirse en dos”. (Georges Didi-Huberman).