Pequeñas historias de algunos objetos

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Esta máquina de coser Singer fue traída a la Argentina en el año 1948, junto a otra similar, en el equipaje de la familia Rivara. Según Roberto Rivara, tiene más de 100 años.
Pierino Rivara fue dado de baja en el Servicio Militar por padecer reuma, por lo que, cuando estalló la II Guerra Mundial, escapó, junto a su esposa Juana Roverti y a su hijo Roberto (de 18 años), buscando un futuro mejor en América. Primero vivieron en la ciudad de Córdoba, pero con el tiempo compraron una casa en Río Ceballos.

Es difícil imaginar cómo, dentro del equipaje, que ya de por sí era pesado, trajeron dos máquinas de coser completas desde su pueblo Novi Ligure, en Alessandria, Italia en el barco San Giorgio.

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Lo que sí se puede imaginar es que, siendo sastre, Pierino necesitaba sus herramientas de trabajo en Argentina; aparentemente era más provechoso traerlas que venderlas y comprar unas nuevas acá. Quizás, también, hay algo de sentimental en este gesto; el tener que dejar todo, empacar sólo lo absolutamente necesario, el cruzar el mar para encontrarse entre desconocidos, con otra lengua, con otras costumbres… quizás es la magia que reside en estos objetos y que llevó a que Roberto la siga conservando hasta el día de hoy aunque él era mecánico y sus padres cambiaron el oficio de sastre por el de ravioleros.

La primera máquina de coser Singer se patentó el 12 de Agosto de 1851, en Nueva York, creada por Isaac Merrit Singer. Rápidamente se extendió por todo el mundo gracias a una estrategia de “marketing” en la que se podían pagar las máquinas en cuotas.

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En Argentina comenzaron a importarlas en 1905 y fue una gran revolución ya que permitió a las mujeres no sólo coser la ropa de la familia sino también obtener una independencia económica con la que colaborar en la economía familiar.

cd837a8f0dc28127392ac65027064f39Fotografía de Pinterest

Eva Perón desde su Fundación, repartió miles de máquinas Singer en concepto de ayuda social. De esta manera, muchas mujeres pudieron insertarse en el mercado laboral en uno de los pocos oficios bien vistos para ellas.

La Singer fue parte de la vida de millones de personas en el mundo, esa máquina que ocupaba un lugar como un mueble más de la casa era tan duradera que aún hoy siguen existiendo antiguas máquinas en uso a las que muchas veces se las adaptó para ser portátiles y eléctricas y sus patas utilizadas como objetos decorativos.

Como la máquina de Rivara, ¿cuántas más habrán formado parte del equipaje y la esperanza de familias enteras que debieron migrar?
Máquinas de todas partes del mundo.

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Fotografía de la Dirección Nacional de Migraciones

Argentina también tuvo su propia fabricación de Singer, desde 1960 hasta 1983, año en que ceden la licencia a MACOSER S.A, quienes producían máquinas con la tecnología y los estándares de calidad “The Singer Company” en su planta modelo ubicada en la ciudad de San Francisco en la Provincia de Córdoba.
Lamentablemente, en este mes, MACOSER anuncia que la Singer no se fabricará más en Argentina.

Muchos guardan una Singer en su casa, quizás no tanto para su uso, sino como objeto importante, como antigüedad o como recuerdo. Cada una de ellas puede contar una historia.

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