Vestimenta

Vestimenta.

No se sabea ciencia cierta qué tipo de vestimenta utilizaban los pueblos más antiguos. La información con la que contamos es de los pueblos agroalfareros que habitaban la zona antes de la llegada del español. Por las características de los materiales y el clima no han quedado vestigios de esto.
La relación anónima es el primer documento en donde aparecen algunas características de la vestimenta de los pueblos de las Sierras Centrales. La crónica española habla de camisetas tejidas con adornos en las aberturas, delantales de cuero labrado o pintado, vinchas y algún que otro detalle de tocados todo a nivel muy general.
Son las estatuillas las que revelan detalles mucho más interesantes que nos hablan de las particularidades de estos pueblos. En ellas se puede apreciar no sólo la forma en que vestían sino además el arte con que adornaban sus cuerpos.
Es gracias a estos valiosos documentos  que conocemos una gran cantidad de características y ayudan a imaginar cómo se verían nuestros pueblos originarios.

Las camisas eran similares al unku andino, de forma rectangular con aberturas en cuello y brazos y ceñidas a la cintura por una faja. Eran de lana de camélidos teñidas de colores y, sobre todo en la abertura del cuello, presentan  riqueza de adornos, seguramente de chaquiras, de muy elaborados dibujos geométricos. Sobre la camiseta llevaban un delantal que cubría la parte delantera de cuero o de lana. Los recortados en forma de zigzag podrían ser cueros de animales ya que en algunos casos aparecen las garras a los costados. Estos van sujetos a la cintura con una faja con guardas de dibujos geométricos.

Aunque ni las estatuillas ni las crónicas españolas han dejado detalles sobre el calzado esto no niega la existencia del mismo. Es de suponer que para moverse en terrenos pedregosos y espinosos como en los que habitaban, protegerían sus pies con algún tipo de prenda.

Sobre la cabeza llevaban “gorros” que dejaban libre la frente con partes colgantes que caían hacia los lados o sobre la nuca. Las vinchas eran tejidas con guardas geométricas de colores.

Utilizaban gran cantidad de adornos como pulseras, collares o pectorales. Se realizaban cuentas de distintos materiales como caracoles, cáscara de huevo, piedra o hueso, algunos de ellos decorados.

Llevaban tatuajes y pinturas faciales de dibujos geométricos, simétricos sobre el plano facial. También se realizaban perforaciones en orejas, nariz y debajo de la boca por donde pasaban piezas decorativas.

En la Relación Anónima se habla sobre “muchas varillas largas de metales y al cabo de ellas como cucharas”. Otras crónicas españolas también nombran estas “plumillas de cobre”. Las estatuillas no han dejado registro de esto, sin embargo, algunos investigadores las reconocen en las pinturas rupestres. Aunque no hay indicios de que los comechingones trabajaran el metal, se han encontrado al menos dos piezas que corresponderían a las descriptas por los españoles. Un estudio realizado por Adrián Alejandro Mendoza realizado en Córdoba arroja resultados interesantes: La diferencia entre ellas dan a pensar que no eran de un solo tipo sino variados y que podrían corresponder a ornamentos de coronas, de adorno debajo del pelo, en el centro de la vincha o colgando de esta. Incluso, esta investigación, reconoce la existencia de objetos similares en algunas estatuillas comechingonas. Debido a la escasez de estas piezas, Mendoza saca algunas conclusiones que, aunque no estén probadas, resultan interesantes: Las plumillas de metal podrían haber sido utilizadas por personas de mayor rango y hasta haber sido heredadas generación tras generación lo que se demostraría en la poca cantidad de objetos de este tipo hallados en las Sierras Centrales.