Fotografía de Mariana Castillo. Puente San José. 15 de febrero de 2015.
Habíamos comenzado a armar este escrito como un artículo en donde diríamos muchas cosas “significativas”. Hoy María compartió aquella entrevista que le hicimos hace tres años y volvimos a encontrarnos con “Cuando el río suena…” desde lo más profundo.
La intención de este escrito era que quienes participamos de este evento pudiéramos decir el por qué estar en “Cuando el río suena…” Y las respuestas fueron hermosas, pero como nosotras las pedimos, nos damos el privilegio de contestar primero.
La vida nos pone muchas veces en lugares en los que, quizás, no quisiéramos estar o no pensábamos encontrarnos. La realidad es que uno elige entre “esto sí y esto no”, muchas veces por instinto y otras por convicción. Para nosotras “Cuando el río suena…” es una conjunción de ambas. Hemos tenido el privilegio de acompañar parte de este proceso y ver quienes no, quienes sí y quienes cuando…
Aquella entrevista fue un verdadero encuentro, igual a este que proponemos hoy para conmemorar el 15F. Estamos felices de compartir estos momentos, porque creemos que la memoria y la justicia, la reflexión y el reclamo, toman fuerza cuando podemos encontrarnos, potenciarnos, unirnos y festejar que podamos estar todo el tiempo, a cada rato, gritando fuerte y cantando, recitando, bailando…
“Cuando el río suena…” ha sido todas las cosas posibles que se pueden ser en una manifestación de este tipo. Con o sin apoyo. Con críticas y aplausos. Con gente que da la espalda pero también muchos que siguen estando año tras año, y como María siempre dijo que esto se hace entre todos, es imposible pensar y pensarnos desde otro lugar.
Por cuestiones de “fuerza mayor” hemos vuelto a las fuentes, a lo colaborativo libre y participativo y creemos que es una de las mejores cosas que le pasó a este encuentro, porque pueden cambiar muchas cosas alrededor, pero la esencia de “Cuando el río suena…” sigue siendo la misma. Esto es lo que acompañamos y la razón por la que estaremos, una vez más, encontrándonos, nosotras y otres.
Asociación Civil Los Manantiales.
El mundo se ha racionalizado profundamente, a todo exigimos una explicación racional, perfecta, causal. Esto conlleva a aquello, esto sucedió por esto y esto otro. El paso de creer en las explicaciones divinas o sagradas ocurrido hace 300 o 400 años que “iluminó al mundo”, operado por el saber científico, sus métodos y sus prácticas ha colonizado todos los ámbitos, y por supuesto nadie discute que ha mejorado radicalmente la vida del ser humano en la tierra, como también produjo, por medio de la racionalidad técnica, profundas catástrofes (armas poderosas, contaminación, holocaustos, cambio climático), pero la historia de la humanidad es así, dialéctica, cambiante, no puede separarse por el momento el bien del mal, no obstante podemos hacerlo mejor. ¿Porqué desde el arte? Creemos que es necesario reconectarnos con un saber profundo, combinar el saber científico, sus explicaciones con otros saberes: estéticos, afectivos, culturales. Es en esa combinación entre ciencia-técnica-arte que podemos erigirnos en una comprensión integral de nuestro paisaje social y natural. Pensamos que el arte promueve otra reflexión y por lo tanto otra transformación de nuestra percepción de lo que nos rodea: la técnica nos dice que una lluvia es un “alerta meteorológica”, que es un “riesgo”, el río “un canal” para que el agua escurra rápidamente, y podríamos seguir con más ejemplos. No negamos estas apreciaciones, sería muy tonto negar la necesidad de un alerta meteorológico, la tecnología puesta al servicio de la seguridad, pero hemos perdido la apreciación estética y cultural de la lluvia: ¡que hermoso que es dormir escuchando la lluvia!, su sonido, saber que nos da vida, como disfrutamos de sentarnos en un río que luzca como un río verdadero, tomar mate entre sus piedras y poder ver no solo césped, sino algunos yuyos, árboles y por lo tanto pájaros. Desde lo cultural (y desde la salud) tenemos el derecho a dormir plácidamente y reconectar con el valor estético de la lluvia, su belleza, belleza que podríamos llamar: arte natural. Es necesario entonces sintetizar, unir la dimensión científica y técnica con la cultural y estética, esta síntesis es la expresión política y es el Estado el que nos debe, es su deuda, el que podamos dormir tranquilos escuchando y disfrutando la lluvia y no pensar en que puede ser potencialmente una tragedia. Es aquí en donde la técnica, el conocimiento científico aplicado, debe ser utilizado, articulado, de manera de que podamos descansar y disfrutar del arte de la lluvia, sabiendo por ejemplo que un moderno sistema de alerta nos avisará sobre el momento en que debamos salir de nuestras casas para protegernos, es el Estado el que puede aplicar la técnica disponible y hacer posible que recuperemos nuestra relación con la lluvia y con el río, es en esa dimensión en donde el Estado debe planificar el crecimiento de las ciudades, evitar que los poderosos se sigan apropiando del río (¡incluso lo hacen después del 15F!), y que los que necesitan un lugar adonde vivir no sean estafados con la oferta de terrenos que son inundables. Queremos recuperar esa conexión natural con el arte del río y de la lluvia, es un derecho, no puede ser un privilegio. Las manifestaciones artísticas nos llevan a recuperar esa forma de valorar y ver el mundo que nos rodea, a recuperarlo, y a su vez manifestar un profundo mensaje político. Queremos descansar y vivir sin miedo, las herramientas existen, el dinero también. Las decisiones políticas definitivas las seguimos esperando.»
Garba:
Cada vez que llueve
a mí el río se me vuelve volcán.
Cruzo a medirlo.
Le pido que ruja
pero no ahogue.
Que cruja
Sin llevarse
todos los árboles
todos los puentes
todas las semillas.
Y vuelvo a la cama
Y me digo: es el río,
volveré a dormir.
Pero ahí nomás
el río no va que
vuelve a sonar
y vuelvo a cruzar
A mirar las piedras
y medir el agua.
Volveré a dormir?