Investigar la historia de nuestra ciudad es un proceso largo en el que a las lecturas, búsqueda de bibliografía y consulta de archivos históricos, se les suma un elemento fundamental que es el trabajo de campo.
Decimos que es fundamental porque gracias a los relatos de los vecinos es que podemos conocer mucho más de lo que nos rodea, el archivo oral es una de las fuentes que más nos interesan, siempre. Fue de esta manera en que pudimos armar el Mapa de relevamiento de hallazgos arqueológicos y posibles asentamientos de pueblos originarios. Sin la ayuda de todos ellos hubiera sido imposible.
Los primeros escritos sobre los pueblos originarios son historias sesgadas, escritas por los españoles sobre pueblos que ellos consideraban primitivos, bárbaros e inferiores, con una mirada cargada de muchos prejuicios, ideas preconcebidas y comparaciones sin fundamento.
Muchos libros nos dan una idea más cercana a cómo vivían, producían y se relacionaban, esto nos sirve para comprender de manera generalizada pero, también, para contextualizar los hallazgos arqueológicos de nuestro propio territorio.
Relación anónima de Jerónimo Luis de Cabrera. Archivo General de Indias.
Como siempre decimos, los objetos nos hablan y, a veces, pueden decir mucho más que la palabra escrita. A través de este Mapa de Relevamiento podemos conocer muchas cosas, no sólo que tipo de objetos fabricaban, formas o materiales sino también cómo estaban diseminadas las poblaciones en nuestra ciudad.
En el artículo anterior decíamos que lo que más se encuentran son objetos de piedra que por su material son más duraderos, pero también es posible encontrar restos de cerámica, piezas confeccionadas con caracoles o con huesos, restos de viviendas y esqueletos completos o huesos humanos. Cada objeto, por pequeño que sea, es de una riqueza enorme; sueltos quizás no digan mucho, pero juntos son un mundo; relacionados entre sí arman este gran rompecabezas.
Museo de Antropología de Córdoba
Trabajo realizado por el Grupo Chasca de la UPC
Restos óseos. Del libro «El río de los Ceballos» de Carlos Page.
Otros materiales como los tejidos, la cestería, objetos de madera, tienen pocas o casi nulas posibilidades de ser descubiertos debido al clima de nuestra zona, cosa que no pasa en provincias con climas más secos.
Vale la pena aclarar en este punto que gracias al método muy característico de los Comechingones de utilizar cestas o redes en la alfarería, la forma y patrones de éstas no se han perdido y que, por medio de la comparación, cestas antiguas encontradas en otros lugares o realizadas actualmente, dan cuenta de cómo eran las que se producían acá.
Alfarería realizada por Mariángeles Trípodi con cesta.
Lamentablemente, algunos objetos encontrados en nuestra zona se han perdido por diversas razones, pero el sólo hecho de saber de su existencia sirvió para armar este mapa; lo ideal es poder contar con la prueba, pero, en todo caso, es importante que no se pierda el relato.
Este trabajo nunca se termina, a cada rato aparecen nuevos vestigios que vamos agregando a este relevamiento. Por esto es importante que quienes conocen, encontraron o tienen objetos de pueblos originarios sumen su granito, la única forma de seguir adelante es con la ayuda de todos.
No queremos dejar de mencionar que, por supuesto, la historia no se agota en la sumatoria de piezas arqueológicas o lugares: lo más importante radica en la historia oral, en las costumbres y tradiciones que aún persisten, esto nos ayuda a comprender que los pueblos originarios son parte de nuestras raíces, de la identidad y de nuestro presente, no sólo por medio de lo que podemos reconocer como aporte cultural sino también a través de sus descendientes que durante cientos de años fueron invisibilizados.
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